sábado, 15 de octubre de 2011

La envidia.

La envidia es un una medalla que cuesta lograr. Es un galardón digno de reconocimiento. Es un triunfo en una guerra fría. Es un lento preocedimiento en el que, para llegar a la gloria hace falta mucha cruz. Es un periodo largo con pequeños golpes que, poco a poco, se hacen grandes palizas. Sus caricias, sus abrazos y sus besos los recibía yo a modo de goles en una final de Champions, y me daban el aliento que me faltaba cuando flaqueaba. Llorar por el cansancio a merecido la pena. He ganado yo, por mucho que tú intentes ganártelo en la cama.

martes, 11 de octubre de 2011

La Gran Vía fue cómplice.

La Gran Vía fue testigo, como ya lo fue otra vez, de aquellos gestos que lo delatan todo. De todas las miradas y de todas las palabras que llevan escondido otro significado. La confianza estaba allí, con las mismas miaradas de complicidad, con el mismo sentimiento de que, en el fondo, nada había cambiado por muchas cosas que hubieran sucedido, por muchos otros cuerpos que hubieran abrazado o por muchos otros labios que hubieran besado, que todo era igual, que sus opiniones importaban y que se echaban de menos por mucho que a veces les costara reconocerlo. La Gran Via, en toda su grandeza, y llena de gente, fue cómplice por una vez más y camufló el secreto, a voces, pero un secreto.

martes, 4 de octubre de 2011

Eso no se hace.

Qué asco. Una sensación de retorno inunda mi cabeza. Has vuelto cuando ya te había superado. Esas cosas no se hacen. No puedes hacer esto después de meses de inesistencia en mi vida y yo en la tuya. Eso no se hace. No me tientes de esta manera.