miércoles, 21 de marzo de 2012

La copa que más sube la tiene mi bar.

No busques en otros bares lo que en el mio no quisiste encontrar, la copa que más sube la tiene mi bar. Intentarás buscarme en otras mujeres que no sabrán entenderte, intentarás verme reflejada en el retrovisor de tu coche e incluso rezarás para encontrarnos en el supermercado. Yo, mientras, dejaré que la providencia actúe y esperaré a encontrarnos cuando menos te lo esperes y, entonces, te acordarás de aquellas mañanas de caricias, de todas las veces que has intentado que me declarara y de la vez en la que confesaste querer casarte conmigo.

martes, 28 de febrero de 2012

Nunca más.

Nunca contaré con el tiempo que me falta,
nunca más sabré lo que te gusta mi falda,
tampoco moriré de celos al marcharte,
ni tampoco podré volver a abrazarte.

Pero siempre esperaré a que vuelvas sin permiso,
descolocando los muebles en mi cabeza ya
previstos.

Un don.

¿Tenerte lejos?
Un castigo.
¿Que vuelvas sin pedir permiso?
Un don divino.

Cómo me gusta...

Cómo me gusta ser la capitana de tu risa,
cómo me gusta sentir que tu llamada no es perdida,
cómo me gusta notarte cuando vienes a abrazarme,
cómo me gusta ver tus esfuerzos por consolarme,
cómo me gusta oír tu versión de los hechos,
cómo me gusta escuchar que yo no tengo precio,
cómo me gusta saborear el caramelo que es tu boca,
cómo me gusta oler ese perfume que me vuelve loca.

sábado, 21 de enero de 2012

La verdadera magia.

Después de todo, entre desempleo, boletines de notas llenas de suspensos, esfuerzos en las bibliotecas, matrimonios de apenas unos meses y vida humilde, se sale con ilusión. Y aunque ni si quiera la equipación fuera de la misma, todo tenía tanto glamour como un gran equipo de primera. Las ganas hacían que todo reluciera como el oro, regates perfectos, manos a la cara para esconder el sufrimiento, goles imposibles y porteros nerviosos. De las botas viejas salía la verdadera magia que hace que se disfrute.

lunes, 14 de noviembre de 2011

Batallas.

Que nadie la preguntara por su estado de éxtasis en ese momento, nadie podía solucionar la discusión interna que tenía lugar en su cerebro: sí, pero realmente no merecía nada. No merecía que le diera vueltas a sus palabras, ni que escuchara cuando tratara de darle celos con otros nombres femeninos, ni cuando la sonreía escondiendo sus ojillos tiernos detrás de aquellas gafas de sol. Tampoco quería saber nada de él, pero se preocupaba tanto... Esa actitud de, como decían en ese barrio, "chulo-playa" era una adicción, una adicción tan seria que, tener el sindrome de abstinencia era decir poco para describir lo que ella sentía. Una batalla de recuerdos sucedía en su interior: las largas estancias en aquellas mesas verdes venian como una caballería pesada, trotanto desde la leganía, y parecía que no se cansarían nunca de luchar para ganar, pero los besos a otras llegaban en tanques , y todo lo demás se hechaba para atrás, aquella proposición matrimonial llegaba como el gran Napoleón, pequeña pero de gran importancia, pero al fin vencida. Aquello era incluso peor que la famosa guerra de los cien años. Y sólo habían pasado diez meses.

martes, 1 de noviembre de 2011

En la madrugada.

En la madrugada, no se oye nada, solo algún coche arrancando o algún trabajador que sale pronto de su casa. Allí no, allí no se oía nada, todo estaba completamente a oscuras. De repente, algo como un susurro me distrajo e hizo que me concentrara en él. Un susurro suave, ya no me acordaba de quién tenía a mi lado. Era su respiración mientras que estaba en brazos de Morfeo. Qué trierno sonido, qué bonito era.