martes, 30 de agosto de 2011

Me espera un mundo entero.

Cuando el verano llega a su fin, piensas que no lo has aprobechado como realmente se merece: que no has ido casi a la piscina, que no te has puesto ese vestido corto que tienes ni una sola vez, que no has visto a esa amiga que hace meses que no ves, que no has estudiado suficiente, que no tienes claro el empiece del curso, que no has ido a las rebajas, que no has aprobechado la ropa de verano porque siempre te pones lo mismo... esas tonterías, que pueden serlo, pero que en pleno febrero mueres por hacer. A las puertas de septiembre y de empezar un nuevo curso, posiblemente, y realmente lo espero, el peor, quiero pensar en positivo, y en que vuelven las bufandas, las botas altas, los pantalones largos, los fulares, los guantes y los abrigos, no quiero ni pensar en ir corriendo con la mochila por las mañanas, en salir tarde de clase, en mojarme cuando llueve, ni en semanas de examenes, ni con quién pasaré los recreos ahora que ellas son universitarias y ellos... ellos no estarán. Un nuevo curso, no se cual, me espera.
"Me espera un mundo entero, titiritero, no le hagas esperar".

"Todo un mar para perderte".

Pensaba desde hacía ya varios meses que aquel tema no iba a ninguna parte, que había otros en los que poner los ojos, pero no conseguía hacerlo desaparecer. Dicen que las canciones expresan mejor las cosas que sentimos, y como ya cantaban unos sabios de la música: "todo un mar para perderte, demasiado desafío, yo no puedo ser tan fuerte".

miércoles, 24 de agosto de 2011

Él la frenaba.

Por su forma de ser, a veces tan diferente a la suya, la hacía pensar. Él ataba su ira, su negatividad y su arranques de furia y nerviosismo con su positividad y tranquilidad. Aquello a ella le encantaba, no dejaba que su lengua fuera por delante de su pensamiendo, él la frenaba. Todas sus malas palabras, él las traducía a sonrisas y carcajadas.

martes, 23 de agosto de 2011

El reflejo de una farola.

En mitad de la madrugada de aquel día agotador, abrió los ojos y seguía allí: sentado en sus pies en mitad de la multitud ya dormida o a punto de hacerlo. Sus ojos se veían claramente gracias al reflejo de alguna farola. Sentado tal cual ella lo dejó cuando calló en el sueño. Sin hablar, apenas contestaba a alguna pregunta cuando ella se despertaba, y en la penumbra, ella se llenaba de tranquilidad cuando sus ojos llenos de cansancio la miraban.

lunes, 15 de agosto de 2011

Destino, te llamabas así, ¿no?

¿Hola? Destino, te llamabas así, ¿no? ¡Qué alegría verte! Hacía tiempo que no pasabas por aquí, ¿no? ¿Te has mudado o algo? ¡Ah! ¿si? ¿de verdad? pues no te he visto en mucho tiempo. Y, ¿qué tal todo? Ya he visto que tienes enchufe por todas partes, eh... hasta que tu no llegas, ¡nada! Bueno, pues nada, espero verte en otro momento más despacio, ¿vale? Haber si nos vemos más, que siempre es una alegría, haces que todo encaje en una milésima de segundo, y pierda el control del momento.