martes, 30 de agosto de 2011

Me espera un mundo entero.

Cuando el verano llega a su fin, piensas que no lo has aprobechado como realmente se merece: que no has ido casi a la piscina, que no te has puesto ese vestido corto que tienes ni una sola vez, que no has visto a esa amiga que hace meses que no ves, que no has estudiado suficiente, que no tienes claro el empiece del curso, que no has ido a las rebajas, que no has aprobechado la ropa de verano porque siempre te pones lo mismo... esas tonterías, que pueden serlo, pero que en pleno febrero mueres por hacer. A las puertas de septiembre y de empezar un nuevo curso, posiblemente, y realmente lo espero, el peor, quiero pensar en positivo, y en que vuelven las bufandas, las botas altas, los pantalones largos, los fulares, los guantes y los abrigos, no quiero ni pensar en ir corriendo con la mochila por las mañanas, en salir tarde de clase, en mojarme cuando llueve, ni en semanas de examenes, ni con quién pasaré los recreos ahora que ellas son universitarias y ellos... ellos no estarán. Un nuevo curso, no se cual, me espera.
"Me espera un mundo entero, titiritero, no le hagas esperar".

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